Arruinando la noche
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Arruinando la noche
La luna brillaba sobre el calmo mar mientras lo barcos en el muelle descansaban de sus travesías, el segador nocturno, con su madera curtida y algunas lapas que aun se sostenían de su casco no era la excepción, con su amenazante figura y sus farolas brillando como si fuesen luciérnagas danzando en la noche, el barco se erguía entre los demás en una ciudad llena de ruido de multitudes y música, las tabernas rebozaban de vida, llenas de piratas que gritaban y cantaban, algunos disparos de sus armas, por peleas que pasaban a mayores, y cada tanto alguien volando de una ventana.
El olor a alcohol, el lodo de la cerveza y el ron derramados, pisoteado por los caballos, el tenue y oculto aroma del cerdo horneado, sin olvidar el del mar. Daban como pauta que era el puerto sin nombre, donde los piratas tenían pase libre por las noches, y resaca por las mañanas, este santuario a los viajeros que querían festejar una noche de sus turbias y violentas vidas, saliendo del muelle, siguiendo la calle principal, guiándose por las luces de carnaval que siempre estaban colgando, pasando bajo un arco y llegando a una rotonda con un roble en el medio, en cuyas ramas colgaban esqueletos humanos y de algunos otros animales, se encuentra la plaza donde la taberna del chango sifilítico, la posada mas conocida por su servicio en ese trozo de infierno flotante donde los piratas encontraban un descanso.
Dentro de la posada entre tanto, las mesas circulares de piratas ostentaban jarros platos y restos de lo que podrían haber sido cualquier cosa, casi todos en sus asuntos, formando pequeños grupos de conocidos de las mismas tripulaciones y algunos amigos de otros barcos, la diversión estaba en el aire, bueno, diversión humo y barios olores… en todo caso, muchos de los piratas eran de la tripulación del Cegador, quienes estaban desde temprano, nadie sabia, que en la consiguiente habitación, tras cortinas rojas que separaban la sala principal de la sala de capitanes estaba el capitán Lecrabe, sentado en una mesa, encorvado con la cabeza cayendo entre sus hombros y un baso en sus manos, contra un rincón completamente solo, suspiro y lentamente se recostó sobre la silla subiendo los pies a la mesa sin soltar el baso y bebió un trago despreocupado.
Todo parecía pasar sin complicaciones, una pelea estalla, pero tampoco era muy raro, gente volando golpes, bebidas, no se sabe bien quién la comenzó, pero al primer sonido de un golpe al primer vuelo de una silla, nadie se resistió a unirse a la lucha multitudinarias entre tanto, entre los capitanes, algunos se quejaban otros salían a la sala a luchar, mientras que el capitán del Cegador, sumido en sus pensamientos y problemas, ignoraba todo lo que pasaba al otro lado de la cortina, tenia mas cosas en su cabeza de las que preocuparse, una maraña de pensamientos le dejaba mirando a la nada y cerrar los ojos cada tanto para concentrarse.
Aunque la pelea externa poca paz le dio para que se relajara, y pensara claramente, antes de que pudiese entender que pasaba, un pirata fue arrojado por los aires atravesando las cortinas cayendo sobre la mesa del calvo que ni se inmuto y alzó las piernas apoyándolas sobe el sujeto, luego, usando su talón sobre el cuerpo del sujeto giró su propio cuerpo y se puso de pie habiéndose visto interrumpido.
4 gritos que aumentaban en intensidad se oyen seguidos de exclamaciones de los demás capitanes, un gruñido, un crujido, y de golpe entre las cortinas pasa la tabla superior de una mesa redonda, rodando por el suelo con el pirata que había interrumpido a Lecrabe crucificado en ella con cuchillos para carne, en ese momento la mayoría se detuvo, miraron desorientados y confundidos la imagen del pirata que gritaba y se retorcía estando con brazos y piernas clavados a la mesa.
Poco tiempo después el capitán pasó con una seria y sombría mirada en su rostro y señalo al crucificado mientras miraba a los desconcertados y en su mayoría asustados marineros, su fama le precedía, aunque fuese un hombre de mediana a baja altura no se iba con rodeos, se le temía porque era impredecible y no tenia el menor problema en destruir todo si eso le parecía sensato.
Quien fue?
Fue la única pregunta del capitán que se quedo mirándoles con la misma expresión mientras los demás no sabían a donde esconderse.
El olor a alcohol, el lodo de la cerveza y el ron derramados, pisoteado por los caballos, el tenue y oculto aroma del cerdo horneado, sin olvidar el del mar. Daban como pauta que era el puerto sin nombre, donde los piratas tenían pase libre por las noches, y resaca por las mañanas, este santuario a los viajeros que querían festejar una noche de sus turbias y violentas vidas, saliendo del muelle, siguiendo la calle principal, guiándose por las luces de carnaval que siempre estaban colgando, pasando bajo un arco y llegando a una rotonda con un roble en el medio, en cuyas ramas colgaban esqueletos humanos y de algunos otros animales, se encuentra la plaza donde la taberna del chango sifilítico, la posada mas conocida por su servicio en ese trozo de infierno flotante donde los piratas encontraban un descanso.
Dentro de la posada entre tanto, las mesas circulares de piratas ostentaban jarros platos y restos de lo que podrían haber sido cualquier cosa, casi todos en sus asuntos, formando pequeños grupos de conocidos de las mismas tripulaciones y algunos amigos de otros barcos, la diversión estaba en el aire, bueno, diversión humo y barios olores… en todo caso, muchos de los piratas eran de la tripulación del Cegador, quienes estaban desde temprano, nadie sabia, que en la consiguiente habitación, tras cortinas rojas que separaban la sala principal de la sala de capitanes estaba el capitán Lecrabe, sentado en una mesa, encorvado con la cabeza cayendo entre sus hombros y un baso en sus manos, contra un rincón completamente solo, suspiro y lentamente se recostó sobre la silla subiendo los pies a la mesa sin soltar el baso y bebió un trago despreocupado.
Todo parecía pasar sin complicaciones, una pelea estalla, pero tampoco era muy raro, gente volando golpes, bebidas, no se sabe bien quién la comenzó, pero al primer sonido de un golpe al primer vuelo de una silla, nadie se resistió a unirse a la lucha multitudinarias entre tanto, entre los capitanes, algunos se quejaban otros salían a la sala a luchar, mientras que el capitán del Cegador, sumido en sus pensamientos y problemas, ignoraba todo lo que pasaba al otro lado de la cortina, tenia mas cosas en su cabeza de las que preocuparse, una maraña de pensamientos le dejaba mirando a la nada y cerrar los ojos cada tanto para concentrarse.
Aunque la pelea externa poca paz le dio para que se relajara, y pensara claramente, antes de que pudiese entender que pasaba, un pirata fue arrojado por los aires atravesando las cortinas cayendo sobre la mesa del calvo que ni se inmuto y alzó las piernas apoyándolas sobe el sujeto, luego, usando su talón sobre el cuerpo del sujeto giró su propio cuerpo y se puso de pie habiéndose visto interrumpido.
4 gritos que aumentaban en intensidad se oyen seguidos de exclamaciones de los demás capitanes, un gruñido, un crujido, y de golpe entre las cortinas pasa la tabla superior de una mesa redonda, rodando por el suelo con el pirata que había interrumpido a Lecrabe crucificado en ella con cuchillos para carne, en ese momento la mayoría se detuvo, miraron desorientados y confundidos la imagen del pirata que gritaba y se retorcía estando con brazos y piernas clavados a la mesa.
Poco tiempo después el capitán pasó con una seria y sombría mirada en su rostro y señalo al crucificado mientras miraba a los desconcertados y en su mayoría asustados marineros, su fama le precedía, aunque fuese un hombre de mediana a baja altura no se iba con rodeos, se le temía porque era impredecible y no tenia el menor problema en destruir todo si eso le parecía sensato.
Quien fue?
Fue la única pregunta del capitán que se quedo mirándoles con la misma expresión mientras los demás no sabían a donde esconderse.
Re: Arruinando la noche
¿Quién no había oído acerca de aquel lugar donde los piratas se congregaban para pasar una noche “tranquila” dentro de lo que cabía? Cualquier pirata que se preciase, sabía de aquel lugar que era casi como el Paraíso para ellos. Muy pocos habían tenido la suerte de poder tomar su barco y navegar hasta aquel lugar. Algunos incluso se habían perdido por el camino debido a la lejanía del continente… otros tenían la suerte de encontrarse mucho más cerca. Y ella era una de esas afortunadas. Sus métodos no eran precisamente los mejores, ya que debido al hecho de que no podía llamarse “pirata” como le hubiese gustado, dado que carecía de barco o capitán que pudiese guiarle, se dedicaba a entrar en barcos ajenos que le llevasen hasta un lugar u otro. El destino daba igual siempre que fuese capaz de conocer mundo, siempre que le llevasen a sitios nuevos. La sed de aventuras de una de las pocas piratas que aparecían en aquel mundo gobernado por hombres, era simplemente insaciable.
Lo que jamás pensó era que uno de aquellos barcos en los que fue capaz de colarse, le llevaría hasta un lugar como el que pisaba en esos mismos momentos con sus pies. Debía hacer malabares para salir del barco en el que había estado navegando sin que el resto de la tripulación se diese cuenta de su presencia, pero de una forma u otra, siempre acababa consiguiéndolo. Sus botas altas, de un color marrón tan oscuro que podría compararse al mismísimo negro de la noche, pisaron aquel puerto que era totalmente diferente al resto de los lugares en los que había podido estar antes.
Izquierda o derecha, mirases en la dirección en la que mirases, podías ver piratas que iban a un mismo lugar. Una gran parte de ellos, ya estaban tan bebidos que eran incapaces de aguantarse en pie, pero aún tenían el ‘orgullo’ de enfrentarse a otros piratas de tripulaciones diferentes, con la única excusa de ver cuál de los dos era más poderoso. Para la pirata Angelique, aquel tipo de duelo solo medía la poca inteligencia que se podía encontrar dentro de algunas personas. Aunque le molestase admitirlo, había piratas que no merecían serlo. Muchas veces, su mala reputación venía a causa de seres como aquellos, que no pintaban nada en la sociedad. Si, ella era violenta, era sanguinaria como cualquier otro pirata, pero al menos era inteligente y tenía un toque de sutileza, palabra que patanes como aquellos, no tenían incluida en su diccionario.
Caminó por todo aquel recorrido, pudiendo ver como algunos piratas aún brindaban. Se relamió los labios, echando de menos un trago de aquella bebida que solía acompañarla a todas partes. Santo y bendito ron, ¿por qué no tendrían en el último barco aunque tan solo fuese una botella? No solo eso, sino que el olor a comida, a carne asada, se ponía notar en el ambiente. Miraba asombrada cada una de las luces que adornaban aquel lugar, que desde luego debía ser único. Sabía que no podía compararse con nada que hubiese visto antes.
No tardó demasiado en ver como aquellas calles se hacían más anchas, desembocando en una especie de plaza, en el centro de la cual había un gran árbol del que colgaban diferentes esqueletos. Se quedó parada, con las manos en las caderas y observando el panorama. Una sonrisa de lo más maliciosa apareció en su rostro y es que ese era el tipo de lugares que a ella le gustaban, los lugares en los que los piratas eran los dueños de todo cuanto se pudiese ver. Mirase donde mirase, no podía ver más que ‘camaradas’ de oficio que iban y venían. Algunas peleas, canciones acerca del alcohol… había gente que desde luego, no sabía beber…
Echó un vistazo rápido a todos los edificios que había en esa plaza, destacando uno que no parecía otra cosa más que una taberna. No se lo pensó, sino que fue directamente a aquel lugar. Necesitaba un trago de algo, de cualquier bebida bastaría, aunque sabía que nada podría hacerle más feliz que dar un sorbo a una buena botella de aquel líquido del cual no podía desprenderse. Entró de inmediato, viendo como había ya montada una trifulca en el lugar. Suspiró y esquivando algún que otro golpe que no iba para ella, alguna mesa que volaba por los aires y demás trastos inútiles, se acercó a la barra y pidió una botella de ron. En menos que canta un gallo, la chica tenía aquella botella por fin entre sus manos y no dudó en darle un trago antes de ir hasta una de las mesas que había libres y que no habían volado por los aires y se sentó.
La bronca continuaba. Era algo normal encontrándose en un lugar plagado de piratas, pero una cosa era armar jaleo y otra era tener el Apocalipsis metido en aquella taberna. Un poco de silencio tampoco hubiese venido tan mal, ¿no es así? Lo que más gracia le hizo fue que uno de los tios que estaba metido en la pelea, cayó directamente sobre su mesa. Suspiró y le dio un empujón, haciendo que cayese detrás de unas cortinas. Todos los que había en aquel lugar, parecieron asustarse al ver lo que había ocurrido, aunque ella seguía a lo suyo como si nada.
De repente… silencio. ¡Vaya, muchas gracias! Pensó que sus oídos jamás podrían volver a descansar, pero cuando ya se había hecho a la idea de que aquellos simpáticos ‘marineros’ iban a dejarla tranquila, una voz masculina se pudo escuchar a la vez que se dejaba oir el sonido de algo rodando y… más gritos. Por los mares del sur… ¿es que la gente no sabía quejarse en silencio?
Echó un vistazo al hombre que había hablado, el cual tenía una pinta bastante diferente al resto de los piratas que se encontraban en la taberna. Siguió aquello que estaba señalando y no tardó en darse cuenta de que había un tipo… ¿crucificado en una mesa? Rodó los ojos al ver de quién se trataba… bien, si lo que el tipo aquel estaba preguntado era quién le había tirado hacia las cortinas…
- He sido yo - dijo a la vez que daba otro trago a su botella de ron, posando uno de sus codos sobre la mesa de madera y sobre esa misma mano su rostro. El resto de personas que se encontraban en ese lugar parecieron asustarse aún más, aunque ella no entendía en absoluto a qué venía tanta estupidez. ¿Qué pasaba, que le tenían miedo al tipo aquel? Rodó los ojos de nuevo y acabó deteniendo estos en la figura de ese hombre. - Pero vamos hombre, es un borracho, no el salvador que viene a quitarnos los pecados. ¿Tanta tontería por un pobre que tiene dos dedos de frente? - no entendía de delicadezas, de miedos o de nada… ella siempre soltaba todo lo que le venía a la cabeza, ya fuese contra un capitán de la armada o contra el mismísimo Satanás.
Lo que jamás pensó era que uno de aquellos barcos en los que fue capaz de colarse, le llevaría hasta un lugar como el que pisaba en esos mismos momentos con sus pies. Debía hacer malabares para salir del barco en el que había estado navegando sin que el resto de la tripulación se diese cuenta de su presencia, pero de una forma u otra, siempre acababa consiguiéndolo. Sus botas altas, de un color marrón tan oscuro que podría compararse al mismísimo negro de la noche, pisaron aquel puerto que era totalmente diferente al resto de los lugares en los que había podido estar antes.
Izquierda o derecha, mirases en la dirección en la que mirases, podías ver piratas que iban a un mismo lugar. Una gran parte de ellos, ya estaban tan bebidos que eran incapaces de aguantarse en pie, pero aún tenían el ‘orgullo’ de enfrentarse a otros piratas de tripulaciones diferentes, con la única excusa de ver cuál de los dos era más poderoso. Para la pirata Angelique, aquel tipo de duelo solo medía la poca inteligencia que se podía encontrar dentro de algunas personas. Aunque le molestase admitirlo, había piratas que no merecían serlo. Muchas veces, su mala reputación venía a causa de seres como aquellos, que no pintaban nada en la sociedad. Si, ella era violenta, era sanguinaria como cualquier otro pirata, pero al menos era inteligente y tenía un toque de sutileza, palabra que patanes como aquellos, no tenían incluida en su diccionario.
Caminó por todo aquel recorrido, pudiendo ver como algunos piratas aún brindaban. Se relamió los labios, echando de menos un trago de aquella bebida que solía acompañarla a todas partes. Santo y bendito ron, ¿por qué no tendrían en el último barco aunque tan solo fuese una botella? No solo eso, sino que el olor a comida, a carne asada, se ponía notar en el ambiente. Miraba asombrada cada una de las luces que adornaban aquel lugar, que desde luego debía ser único. Sabía que no podía compararse con nada que hubiese visto antes.
No tardó demasiado en ver como aquellas calles se hacían más anchas, desembocando en una especie de plaza, en el centro de la cual había un gran árbol del que colgaban diferentes esqueletos. Se quedó parada, con las manos en las caderas y observando el panorama. Una sonrisa de lo más maliciosa apareció en su rostro y es que ese era el tipo de lugares que a ella le gustaban, los lugares en los que los piratas eran los dueños de todo cuanto se pudiese ver. Mirase donde mirase, no podía ver más que ‘camaradas’ de oficio que iban y venían. Algunas peleas, canciones acerca del alcohol… había gente que desde luego, no sabía beber…
Echó un vistazo rápido a todos los edificios que había en esa plaza, destacando uno que no parecía otra cosa más que una taberna. No se lo pensó, sino que fue directamente a aquel lugar. Necesitaba un trago de algo, de cualquier bebida bastaría, aunque sabía que nada podría hacerle más feliz que dar un sorbo a una buena botella de aquel líquido del cual no podía desprenderse. Entró de inmediato, viendo como había ya montada una trifulca en el lugar. Suspiró y esquivando algún que otro golpe que no iba para ella, alguna mesa que volaba por los aires y demás trastos inútiles, se acercó a la barra y pidió una botella de ron. En menos que canta un gallo, la chica tenía aquella botella por fin entre sus manos y no dudó en darle un trago antes de ir hasta una de las mesas que había libres y que no habían volado por los aires y se sentó.
La bronca continuaba. Era algo normal encontrándose en un lugar plagado de piratas, pero una cosa era armar jaleo y otra era tener el Apocalipsis metido en aquella taberna. Un poco de silencio tampoco hubiese venido tan mal, ¿no es así? Lo que más gracia le hizo fue que uno de los tios que estaba metido en la pelea, cayó directamente sobre su mesa. Suspiró y le dio un empujón, haciendo que cayese detrás de unas cortinas. Todos los que había en aquel lugar, parecieron asustarse al ver lo que había ocurrido, aunque ella seguía a lo suyo como si nada.
De repente… silencio. ¡Vaya, muchas gracias! Pensó que sus oídos jamás podrían volver a descansar, pero cuando ya se había hecho a la idea de que aquellos simpáticos ‘marineros’ iban a dejarla tranquila, una voz masculina se pudo escuchar a la vez que se dejaba oir el sonido de algo rodando y… más gritos. Por los mares del sur… ¿es que la gente no sabía quejarse en silencio?
Echó un vistazo al hombre que había hablado, el cual tenía una pinta bastante diferente al resto de los piratas que se encontraban en la taberna. Siguió aquello que estaba señalando y no tardó en darse cuenta de que había un tipo… ¿crucificado en una mesa? Rodó los ojos al ver de quién se trataba… bien, si lo que el tipo aquel estaba preguntado era quién le había tirado hacia las cortinas…
- He sido yo - dijo a la vez que daba otro trago a su botella de ron, posando uno de sus codos sobre la mesa de madera y sobre esa misma mano su rostro. El resto de personas que se encontraban en ese lugar parecieron asustarse aún más, aunque ella no entendía en absoluto a qué venía tanta estupidez. ¿Qué pasaba, que le tenían miedo al tipo aquel? Rodó los ojos de nuevo y acabó deteniendo estos en la figura de ese hombre. - Pero vamos hombre, es un borracho, no el salvador que viene a quitarnos los pecados. ¿Tanta tontería por un pobre que tiene dos dedos de frente? - no entendía de delicadezas, de miedos o de nada… ella siempre soltaba todo lo que le venía a la cabeza, ya fuese contra un capitán de la armada o contra el mismísimo Satanás.
Angelique- Perro
- Mensajes : 5
Fecha de inscripción : 31/05/2011
Re: Arruinando la noche
+El silencio se vio interrumpido por la voz de una muchacha, lentamente y entre los gritos del crucificado giro la cabeza para ver a la chica que estaba ahí sentada, antes que dijera nada se irrito por los gritos de aquel pirata en la tabla de la mesa y desenfundo una pistola disparándole sin siguiera mirar, luego, teniendo nuevamente el silencio nervioso en el aire se acerco a la muchacha y la miró bien, arqueo una ceja, puesto que no creía que hubiese tenido la fuerza física como para empujar al pirata, apenas se veía como pirata, salvo por como bebía el ron, el gusto con el que pasaba la bebida solo era de un pirata y de nadie más, antes de que pudiera pensar, ni siquiera el mismo, su reflejo le había hecho tomarla por el cuello y levantarla del suelo, la miro un momento antes de soltarla y desenfundar su espada y apuntarla a su garganta+
No se que paso aquí, ni como hiciste para arrojarlo hasta ahí atrás, pero es seguro que tienes o muy poco cerebro o muchas agallas al interrumpir a un capitán… en especial a mi...
+Mientras hablaba otro pirata intentaba escapar del lugar escabulléndose por detrás de Lecrabe, solo para encontrarse con el filo de su espada en un movimiento que el capitán hizo, cortándole simplemente la yugular, dejándolo desangrarse mientras regresaba su atención que poco se había perdido, a la muchacha+
En que estaba… ah si… no se quien eres, y ciertamente jamás te había visto, pero si vuelves a interrumpir mis asuntos me encargare de atarte a una roca y arrojarte al agua…
+Dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta, pasando junto a una moza a quien le dejó un doblón de pasada+
Paga la mesa el trago…
+Lo siguente que se ve es a un tipo rompiendo la puerta con su cuerpo y cayendo de cara al lodo+
Y la puerta…
+Dice saliendo del lugar, mientras uno de los piratas se asomaba por los restos de la puerta y mirando como se alejaba+
Ya se fue el capitán Lecrabe…
+Dijo con alivio y suspiro para luego mirar a la muchacha+
La sacaste barata… creo que tubo un buen día… o algo…
+Diciendo eso se fue a sentar donde estaba, ya nadie tenia ánimos de pelear, todos se quedaron como si hubiesen sido regañados. Mientras tanto el Capitán seguía su camino en la luz tenue de los faroles y antorchas, absorto en sus pensamientos pocos se quedaban en su camino, tenia fama de no ser razonable, aunque nadie había pasado mucho tiempo con el salvo por su tripulación, y no hablaban de él, aunque en esos momentos no prestaba atención, simplemente estaba tan metido en sus pensamientos que hasta casi olvidaba lo que había pasado en la taberna, su camino lo llevo entre callejones lentamente acercándose al muelle, donde el cegador le esperaba con sus farolas bailando al ritmo del viento+
No se que paso aquí, ni como hiciste para arrojarlo hasta ahí atrás, pero es seguro que tienes o muy poco cerebro o muchas agallas al interrumpir a un capitán… en especial a mi...
+Mientras hablaba otro pirata intentaba escapar del lugar escabulléndose por detrás de Lecrabe, solo para encontrarse con el filo de su espada en un movimiento que el capitán hizo, cortándole simplemente la yugular, dejándolo desangrarse mientras regresaba su atención que poco se había perdido, a la muchacha+
En que estaba… ah si… no se quien eres, y ciertamente jamás te había visto, pero si vuelves a interrumpir mis asuntos me encargare de atarte a una roca y arrojarte al agua…
+Dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta, pasando junto a una moza a quien le dejó un doblón de pasada+
Paga la mesa el trago…
+Lo siguente que se ve es a un tipo rompiendo la puerta con su cuerpo y cayendo de cara al lodo+
Y la puerta…
+Dice saliendo del lugar, mientras uno de los piratas se asomaba por los restos de la puerta y mirando como se alejaba+
Ya se fue el capitán Lecrabe…
+Dijo con alivio y suspiro para luego mirar a la muchacha+
La sacaste barata… creo que tubo un buen día… o algo…
+Diciendo eso se fue a sentar donde estaba, ya nadie tenia ánimos de pelear, todos se quedaron como si hubiesen sido regañados. Mientras tanto el Capitán seguía su camino en la luz tenue de los faroles y antorchas, absorto en sus pensamientos pocos se quedaban en su camino, tenia fama de no ser razonable, aunque nadie había pasado mucho tiempo con el salvo por su tripulación, y no hablaban de él, aunque en esos momentos no prestaba atención, simplemente estaba tan metido en sus pensamientos que hasta casi olvidaba lo que había pasado en la taberna, su camino lo llevo entre callejones lentamente acercándose al muelle, donde el cegador le esperaba con sus farolas bailando al ritmo del viento+
Re: Arruinando la noche
Miró de un lado al otro al darse cuenta de que tras sus palabras, se formó un gran silencio. Incómodo para muchos de los presentes. Sin embargo, éste se vio interrumpido por los gritos de aquel que continuaba quejándose. No era otro más que el crucificado, el cual debía admitir tenía los motivos suficientes para estar quejándose. Miró de reojo cómo había quedado y lo cierto era que el espectáculo no podía ser más deprimente. Si ya de por si, con unas cuantas botellas de alcohol de más, era un pobre diablo, ahora debía reconocer que a cualquiera le podría haber dado el doble de pena. A ella, sin embargo, le estaba molestando en demasía con tantos quejidos.
Abrió los ojos como platos al escuchar ni más ni menos que un disparo y después… silencio. Miró hacia atrás para ver como aquella víctima yacía ahora sin vida tirado en el suelo. Un impacto de bala parecía haber acabado con su sufrimiento.
- Gracias. Se estaba pasando de escandaloso - desde luego había que afirmar que no se podía ver un espectáculo como aquel todos los días ni mucho menos. Ya de por sí había pocas mujeres pirata, pero todas continuaban teniendo aquel toque femenino. Ella sin embargo, parecía que no tenía piedad alguna. No tenía problemas en ver morir gente delante de su persona y aunque a muchos les hubiese entristecido el fin de aquel pobre borracho, ella solo podía estar agradecida porque al menos se había callado.
Un par de pasos que se podían escuchar perfectamente en el silencio sepulcral que reinaba en aquella posada. Y lo siguiente que notó fue simplemente como la levantaban del suelo por el cuello. En lugar de soltar alguna queja, miró fijamente a quien se había tan siquiera atrevido a posar una mano en ella. Le daba igual que fuese un capitán, que fuese un dios o el mismísimo Papa en persona. No tenía derecho alguno a tocarla. Antes de que pudiese tan siquiera hablar, la había soltado y ahora tenía la espada de aquel tipo en su garganta. Sus ojos morados volvieron a fijarse en aquel tipo y tan solo alzó un poco más la cabeza. No tenía miedo de morir allí mismo ni mucho menos. Ella jamás le tenía miedo a nada y no se lo iba a tener a él por mucha espada que tuviese entre sus manos.
Escuchó lo que dijo acerca del borracho y arqueó una de sus cejas, pensando que realmente aquel tipo tenía todo lo que quisiera de fuerza bruta, pero el cerebro era lo que no le funcionaba precisamente bien
- O que el tipo estaba tan borracho que con un golpecito se tambaleaba solo. - se encogió de hombros, aunque entonces pudo notar el frío de aquella espada. Nota mental: no moverse demasiado. Tras fijarse en el arma, volvió a poner sus ojos en aquel tipo. Así que un capitán y encima uno que se lo tenía bien creído… - ¿Y por no molestarte a ti tiene el derecho de venir a molestarme a mi? No creo que esto funcione así… Verás… yo no me guío por capitán, por contramaestre o por marinero de agua dulce. A mi eso me da exactamente igual. Solo sé que si me molestan a mi, me los quito de encima. Fue un efecto rebote, se fue de mi mesa para sentarse en la tuya - el mayor problema que seguramente iba a experimentar esta chica era que hablaba demasiado… más de una vez se había visto en la misma situación en la que se encontraba ahora y sin embargo, ahí estaba… vivita y coleando, que se suele decir.
Apartó sus ojos del tal capitán para ladear un poco su rostro y ver a un tipo que intentaba escabullirse del lugar. Si algo tenía claro era que jamás había visto a piratas con tan pocas agallas como las que tenían los allí presentes. ¿Dónde había quedado la trifulca? Eran 20 por lo menos y él era solo uno. Por muchas espaditas y pistolas que tuviese, estaba claro que podrían matarle sin despeinarse tan siquiera.
Estaba claro que aquel pobre no iba a acabar del todo bien y es que efectivamente… un cortecito y ya estaba en otro mundo. Vio como se desangraba en el suelo y suspiró. Bueno, si al menos dejaban de interrumpirla mientras el señor gran capitán la mataba, las cosas serían mucho más rápidas. Sin embargo, le miró fijamente al escuchar su respuesta. Así que no pensaba matarla al final…
- Más os vale no olvidar lo siguiente… mi nombre es Angelique y muy pronto estos… valientes hombres tendrán miedo de mi presencia y no de la vuestra. Sobre sus asuntos, no me metí en ellos y tampoco es que me importen demasiado. Fue un cúmulo de casualidades. ¿Cómo iba yo a osar meterme en los importantes asuntos que debe tener entre manos el capitán “No se que”? - preguntó antes de ver como se marchaba. Pues tampoco había sido para tanto.
Se llevó ambas manos a las caderas y miró de reojo como se marchaba, escuchando ahora si los murmullos de todos los valientes piratas que habían estado en silencio por miedo a aquel tipo. Los miró de reojo y no pudo evitar arquear ambas cejas al escuchar lo que decía uno de ellos… así que el capitán “No se qué” no era otro más que el capitán Lecrabe… ciertamente había escuchado hablar de él… un sanguinario capitán pirata que bla bla bla… Lo cierto es que le impresionó y ahora entendía por qué todos habían guardado silencio. Rodó los ojos cuando el mismo pirata se dirigió a ella para decirle algo así como que se había salvado porque el capitán tenía el día samaritano.
- Lo que no entiendo es como 20 tios hechos y derechos tienen miedo a alguien como él. Entre todos le habíais cortado el gaznate. ¿Y me decís a mi? Una lástima que quien tenga más agallas de toda la taberna, sea una mujer - se encogió de hombros antes de dejar el dinero de su consumición sobre una de las mesas, tomando la botella aún no terminada de ron y caminando por las calles.
Así que no era otro más que aquel famoso capitán… Vaya, al final si que era cierto que en lugares como esos se juntaban los más famosos piratas de todos los océanos…
- Espero que ninguno de los allí presentes fuese parte de tu tripulación - dijo una vez se encontró en el muelle, viendo de espaldas al mismo hombre que hacía a penas dos minutos, la tenía entre la espada y la pared, y nunca mejor dicho - Lo digo porque en una batalla no creo que fuesen muy eficaces. Por mucha fama que tengas sabes tan bien como yo que entre todos te habrían reducido en… cero - murmuró a la vez que chasqueaba los dedos, acercándose después y quedándose a su lado antes de dar un trago más a la botella - Me he quedado con una pregunta importante en la cabeza. Con algo que ha dicho antes… - comentó a la vez que se ponía un poco más seria, mirando hacia el horizonte. El mar estaba en calma esa noche y así, si daba ganas de pasar un día dentro de un barco - A uno le crucificas, al otro le cortas el cuello y a mi ¿solo me tiras al agua? ¿No había algo más original? - había que reconocer que importante, lo que se dice importante… no era precisamente. Pero bueno, ahí estaba su forma de ser y sus agallas más grandes que las del resto de tios de la taberna. - Me podrías haber matado y sin embargo aquí estoy. ¿Por qué? -
Abrió los ojos como platos al escuchar ni más ni menos que un disparo y después… silencio. Miró hacia atrás para ver como aquella víctima yacía ahora sin vida tirado en el suelo. Un impacto de bala parecía haber acabado con su sufrimiento.
- Gracias. Se estaba pasando de escandaloso - desde luego había que afirmar que no se podía ver un espectáculo como aquel todos los días ni mucho menos. Ya de por sí había pocas mujeres pirata, pero todas continuaban teniendo aquel toque femenino. Ella sin embargo, parecía que no tenía piedad alguna. No tenía problemas en ver morir gente delante de su persona y aunque a muchos les hubiese entristecido el fin de aquel pobre borracho, ella solo podía estar agradecida porque al menos se había callado.
Un par de pasos que se podían escuchar perfectamente en el silencio sepulcral que reinaba en aquella posada. Y lo siguiente que notó fue simplemente como la levantaban del suelo por el cuello. En lugar de soltar alguna queja, miró fijamente a quien se había tan siquiera atrevido a posar una mano en ella. Le daba igual que fuese un capitán, que fuese un dios o el mismísimo Papa en persona. No tenía derecho alguno a tocarla. Antes de que pudiese tan siquiera hablar, la había soltado y ahora tenía la espada de aquel tipo en su garganta. Sus ojos morados volvieron a fijarse en aquel tipo y tan solo alzó un poco más la cabeza. No tenía miedo de morir allí mismo ni mucho menos. Ella jamás le tenía miedo a nada y no se lo iba a tener a él por mucha espada que tuviese entre sus manos.
Escuchó lo que dijo acerca del borracho y arqueó una de sus cejas, pensando que realmente aquel tipo tenía todo lo que quisiera de fuerza bruta, pero el cerebro era lo que no le funcionaba precisamente bien
- O que el tipo estaba tan borracho que con un golpecito se tambaleaba solo. - se encogió de hombros, aunque entonces pudo notar el frío de aquella espada. Nota mental: no moverse demasiado. Tras fijarse en el arma, volvió a poner sus ojos en aquel tipo. Así que un capitán y encima uno que se lo tenía bien creído… - ¿Y por no molestarte a ti tiene el derecho de venir a molestarme a mi? No creo que esto funcione así… Verás… yo no me guío por capitán, por contramaestre o por marinero de agua dulce. A mi eso me da exactamente igual. Solo sé que si me molestan a mi, me los quito de encima. Fue un efecto rebote, se fue de mi mesa para sentarse en la tuya - el mayor problema que seguramente iba a experimentar esta chica era que hablaba demasiado… más de una vez se había visto en la misma situación en la que se encontraba ahora y sin embargo, ahí estaba… vivita y coleando, que se suele decir.
Apartó sus ojos del tal capitán para ladear un poco su rostro y ver a un tipo que intentaba escabullirse del lugar. Si algo tenía claro era que jamás había visto a piratas con tan pocas agallas como las que tenían los allí presentes. ¿Dónde había quedado la trifulca? Eran 20 por lo menos y él era solo uno. Por muchas espaditas y pistolas que tuviese, estaba claro que podrían matarle sin despeinarse tan siquiera.
Estaba claro que aquel pobre no iba a acabar del todo bien y es que efectivamente… un cortecito y ya estaba en otro mundo. Vio como se desangraba en el suelo y suspiró. Bueno, si al menos dejaban de interrumpirla mientras el señor gran capitán la mataba, las cosas serían mucho más rápidas. Sin embargo, le miró fijamente al escuchar su respuesta. Así que no pensaba matarla al final…
- Más os vale no olvidar lo siguiente… mi nombre es Angelique y muy pronto estos… valientes hombres tendrán miedo de mi presencia y no de la vuestra. Sobre sus asuntos, no me metí en ellos y tampoco es que me importen demasiado. Fue un cúmulo de casualidades. ¿Cómo iba yo a osar meterme en los importantes asuntos que debe tener entre manos el capitán “No se que”? - preguntó antes de ver como se marchaba. Pues tampoco había sido para tanto.
Se llevó ambas manos a las caderas y miró de reojo como se marchaba, escuchando ahora si los murmullos de todos los valientes piratas que habían estado en silencio por miedo a aquel tipo. Los miró de reojo y no pudo evitar arquear ambas cejas al escuchar lo que decía uno de ellos… así que el capitán “No se qué” no era otro más que el capitán Lecrabe… ciertamente había escuchado hablar de él… un sanguinario capitán pirata que bla bla bla… Lo cierto es que le impresionó y ahora entendía por qué todos habían guardado silencio. Rodó los ojos cuando el mismo pirata se dirigió a ella para decirle algo así como que se había salvado porque el capitán tenía el día samaritano.
- Lo que no entiendo es como 20 tios hechos y derechos tienen miedo a alguien como él. Entre todos le habíais cortado el gaznate. ¿Y me decís a mi? Una lástima que quien tenga más agallas de toda la taberna, sea una mujer - se encogió de hombros antes de dejar el dinero de su consumición sobre una de las mesas, tomando la botella aún no terminada de ron y caminando por las calles.
Así que no era otro más que aquel famoso capitán… Vaya, al final si que era cierto que en lugares como esos se juntaban los más famosos piratas de todos los océanos…
- Espero que ninguno de los allí presentes fuese parte de tu tripulación - dijo una vez se encontró en el muelle, viendo de espaldas al mismo hombre que hacía a penas dos minutos, la tenía entre la espada y la pared, y nunca mejor dicho - Lo digo porque en una batalla no creo que fuesen muy eficaces. Por mucha fama que tengas sabes tan bien como yo que entre todos te habrían reducido en… cero - murmuró a la vez que chasqueaba los dedos, acercándose después y quedándose a su lado antes de dar un trago más a la botella - Me he quedado con una pregunta importante en la cabeza. Con algo que ha dicho antes… - comentó a la vez que se ponía un poco más seria, mirando hacia el horizonte. El mar estaba en calma esa noche y así, si daba ganas de pasar un día dentro de un barco - A uno le crucificas, al otro le cortas el cuello y a mi ¿solo me tiras al agua? ¿No había algo más original? - había que reconocer que importante, lo que se dice importante… no era precisamente. Pero bueno, ahí estaba su forma de ser y sus agallas más grandes que las del resto de tios de la taberna. - Me podrías haber matado y sin embargo aquí estoy. ¿Por qué? -
Angelique- Perro
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Fecha de inscripción : 31/05/2011
Re: Arruinando la noche
Mientras los de la taberna miraban como la muchacha salía luego del altercado de la taberna comenzaron a hablar entre si, mencionar que estaba loca o que había vivido bajo una roca, aunque también estaba el asunto de por qué el capitán simplemente la había dejado ir ciertamente la mayoría era parte de su tripulación, y no tomarían cartas en los asuntos de Lecrabe, pero no podían evitar querer ver que haría la muchacha luego de salir, el mismo que se había asomado a ver como se marchaba el calvo miró como la pirata salía y la siguió con la mirada unos momentos, para luego regresar a sus copas, sentándose en una mesa y dejando unas monedas sobre esta
A que aparece ahogada…
Aposto muy seguro de lo que decía, pero por el contrario, cuando la muchacha llego a donde Lecrabe miraba su barco la respuesta del Capitán fue fruncir el ceño al verla
Te… conozco…?
Suspiro en fastidio cuando la escucho comenzar a hablar y entendió quien era, la misma muchacha que le había interrumpido hacia unos momentos.
A caso nunca… dios… no tengo tiempo de jugar con tigo… si no te mate es porque no tenia ganas de perder mi tiempo con tigo, no me hagas cambiar de ide…
En eso fue interrumpido por otro borracho que caía a sus pies y suspiro con fuerza cubriendo su rostro
Odio este lugar…
Miro a la muchacha nuevamente un poco más cansado de todo el ambiente que enojado, lo cierto es que no le gustaba para nada estar rodeado de borrachos y todo el ruido, prefería el mar donde solo se oía el viento y las canciones.
Mira como te llames… no te mate por barias razones, no voy a matar a alguien que ignora quien soy… y además, tienes algo que me agrada… y no es necesariamente tu boca… pero eso no te salvará si te empecinas en fastidiarme, si tienes algún asunto con migo ve al grano…
Le miro casi comenzando a caminar, lo que haría en breves momentos y en dirección a su nave todavía mirándola por si decía algo, pero sin intención de detenerse, al fin y al cavo sabia que le seguiría incluso al barco repleto de tripulantes, sabia muy bien que ella tenia suficientes agallas o el poco cerebro para meterse de nuevo en problemas pero su instinto le decía que no era una preocupación, pero no sabia muy bien porque esa vocecita en su cabeza que le decía que era un fastidio discutía con la vocecita que decía que no la matara, es todo caso la oiría, quizás con eso terminaría de perseguirlo.
Nadia había entrado a su barco de esa manera antes, su fama de ser mas peligroso que un kraken, el que nunca le hubiesen visto cicatriz de batalla y los cargos que tenia según la marina siempre habían mantenido a la gente con un poco de aprecio por su vida lejos de él, pero la muchacha no parecía molestarse por eso, cuando ya estaban en el barco mientras la miraba, destapo un barril cercano a la rampa y del fondo saco una botella que comenzó a beber, dentro, jugo de piña. Poco sabía que uno de los caídos en el altercado era de una tripulación que estaba planeándose la venganza, los interrumpirían en breve, en busca de sangre, de la calva cabeza de Lecrabe por la muerte de su compañero, aunque entre algunos corrían dudas, pero sostenían que en el numero estaba la solución, por otra parte uno que se había adelantado a buscarlo notaba como su atención estaba en la silueta femenina con la que hablaba.
A que aparece ahogada…
Aposto muy seguro de lo que decía, pero por el contrario, cuando la muchacha llego a donde Lecrabe miraba su barco la respuesta del Capitán fue fruncir el ceño al verla
Te… conozco…?
Suspiro en fastidio cuando la escucho comenzar a hablar y entendió quien era, la misma muchacha que le había interrumpido hacia unos momentos.
A caso nunca… dios… no tengo tiempo de jugar con tigo… si no te mate es porque no tenia ganas de perder mi tiempo con tigo, no me hagas cambiar de ide…
En eso fue interrumpido por otro borracho que caía a sus pies y suspiro con fuerza cubriendo su rostro
Odio este lugar…
Miro a la muchacha nuevamente un poco más cansado de todo el ambiente que enojado, lo cierto es que no le gustaba para nada estar rodeado de borrachos y todo el ruido, prefería el mar donde solo se oía el viento y las canciones.
Mira como te llames… no te mate por barias razones, no voy a matar a alguien que ignora quien soy… y además, tienes algo que me agrada… y no es necesariamente tu boca… pero eso no te salvará si te empecinas en fastidiarme, si tienes algún asunto con migo ve al grano…
Le miro casi comenzando a caminar, lo que haría en breves momentos y en dirección a su nave todavía mirándola por si decía algo, pero sin intención de detenerse, al fin y al cavo sabia que le seguiría incluso al barco repleto de tripulantes, sabia muy bien que ella tenia suficientes agallas o el poco cerebro para meterse de nuevo en problemas pero su instinto le decía que no era una preocupación, pero no sabia muy bien porque esa vocecita en su cabeza que le decía que era un fastidio discutía con la vocecita que decía que no la matara, es todo caso la oiría, quizás con eso terminaría de perseguirlo.
Nadia había entrado a su barco de esa manera antes, su fama de ser mas peligroso que un kraken, el que nunca le hubiesen visto cicatriz de batalla y los cargos que tenia según la marina siempre habían mantenido a la gente con un poco de aprecio por su vida lejos de él, pero la muchacha no parecía molestarse por eso, cuando ya estaban en el barco mientras la miraba, destapo un barril cercano a la rampa y del fondo saco una botella que comenzó a beber, dentro, jugo de piña. Poco sabía que uno de los caídos en el altercado era de una tripulación que estaba planeándose la venganza, los interrumpirían en breve, en busca de sangre, de la calva cabeza de Lecrabe por la muerte de su compañero, aunque entre algunos corrían dudas, pero sostenían que en el numero estaba la solución, por otra parte uno que se había adelantado a buscarlo notaba como su atención estaba en la silueta femenina con la que hablaba.
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